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Flores del amanecer Como en la primavera del otro año, En el mes de las flores, después del frío, En alguna hermosa mañana, todavía iremos bajo el bosque.
Veremos las mismas cosas, el mismo despertar glorioso, y las mismas metamorfosis de todo lo que vive en el sol.
Veremos los grandes esqueletos de los árboles grises levantarse de nuevo, y los ojos cerrados de las violetas a la luz de la palpitación.
Bajo el follaje verde claro y tierno, Les tourterelles des buissons, Ese día, nos hará escuchar Sus canciones lentas y suaves.
Juntos iremos de nuevo a recoger en los prados, por la mañana, estos ramos de colores claros que huelen a rosa y tomillo.
Beberemos el sutil olor, los embriagadores aromas rubios que, en el aire cálido y puro, destilan la cálida flora de los valles.
Radiantes, sacudiendo la escarcha y la escarcha del año pasado, nuestras más queridas esperanzas podrán revivir el buen y viejo sol primaveral.
Mientras esperamos que todo renazca, que todo ame y vuelva a vivir un día, ¡que nuestros sueños, oh joven, vuelen a los bosques de tu amor!
Querido idilio, tus prímulas eclosionan en todas las estaciones; se burlan del frío severo y atraviesan la nieve en abundancia.
El SEÑOR renueva, tus savias suben hasta los corazones fríos, y tus flores embriagadoras y breves nos hacen grises como en los viejos tiempos.
Oh sí, volveremos a recoger, tan frescos como la otra mañana, estos hermosos ramos de color amanecer que huelen a rosa y tomillo. Nérée Beauchemin,
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